Silencio, por favor”, “ojo, que esto entra para el examen”, “si no hacéis caso, no aprobaréis”, “¿podéis prestar atención, por favor?”.
Estas frases, que seguramente nos pueden parecer como bastante habituales en la interacción tradicional entre docente y discentes, nos deben hacer plantearnos una importante cuestión: ¿es efectivo pedir atención a nuestros estudiantes?
Primeramente, debemos partir de que la atención es el motor de la memoria, de la motivación y, por ende, del aprendizaje.
Desde la neurociencia, se ha demostrado que es esencial despertar la curiosidad agradable y placentera en nuestras clases, ¿por qué?: favorece el descubrimiento y la exploración, además de reforzar la memoria y el aprendizaje. Esto ocurre, sobretodo, cuando el alumnado tiene un papel activo y es el principal protagonista del proceso.
De esta forma, la curiosidad, en palabras de Francisco Mora, “es la llave que abre la puerta de la atención”.
Para crear en nuestras aulas momentos que generen curiosidad, necesitamos crear llaves que puedan abrir estas puertas de par en par, iniciando nuestras clases con una canción que les provoque alguna emoción respecto a los contenidos a tratar; con un cuento, metáfora o historia impactante; con un juego de magia; con alguna narrativa educativa creada para tus estudiantes; con una pregunta sugerente escrita en la pizarra, con un cartel en la puerta del aula o empleando códigos QR que inviten al alumnado a ir descubriendo los aprendizajes de forma creativa y proporcionando autonomía e interés.
Estas propuestas pueden servirnos de ejemplo para conseguir abrir las puertas de la curiosidad. Con ellos, generamos dopamina en el cerebro, lo que despertará la curiosidad que nos llevará a conseguir la atención.
¿Tienes alguna duda? Pregúntale directamente a los profes de la especialidad que te interese cualquier cosa que te ronde por la cabeza...
¡Y que tenga que ver con las opos!
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