Tal y como se introdujo en la entrada anterior, la práctica es fundamental para consolidar tanto el aprendizaje como la memoria. El repaso sirve para establecer un aprendizaje más duradero, al fortalecer la capa de mielina de las conexiones sinápticas. Ahora bien, para llevarlo a cabo, conviene ofrecer un abanico de posibilidades que no se muestren como monótonas y desmotivantes.
En este caso, una propuesta sería la “repetición sin repetición”, que incluye las propuestas neurocientíficas de diversión y variabilidad, y ofrece oportunidades para favorecer dicho repaso de manera significativa.
Así, sería recomendable considerar diferentes formas de repasar, rompiendo con la tendencia predominante y tradicional de utilizar únicamente pruebas escritas u orales.
¿Cómo lo podemos hacer?
De entre las múltiples posibilidades que se muestran ante nosotros, por ejemplo podríamos jugar a un “Pasapalabra” o a un “Ahora caigo” de nuestra materia, o utilizar aplicaciones como Kahoot, Plickers o Edpuzzle para repasar aprendizajes asociados a conceptos teóricos.
De esta forma, conseguiremos los efectos neurocognitivos y emocionales deseados, tales como incrementar la motivación, la atención y la resolución de problemas en el alumnado, entre otros.
En cualquier caso, conviene destacar que no es imprescindible ninguna aplicación tecnológica ni una sofisticada narrativa para iniciarse en el planteamiento de este tipo de recursos en el aula. Bastaría con dar un paso adelante para probar algo nuevo con tus alumnos, creando un tablero de juego con un simple folio o dibujando en la pizarra las reglas, el ranking o un sistema propio de puntos de nuestra tarea de repaso: ¿te apuntas?
“Cuanto más entreno más suerte tengo”
Gary Player
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